Desde que tenía 8 años he ido con mi familia al campo a practicar lo que se convertiría en hobby dos años más tarde: la caza.
Hace una semana, cuando volvíamos de Navarra, dirección Parquelagos, paramos en una gasolinera a tomarnos un buen bocata de tortilla, cuando de repente surgió el tema de la caza.
Nada más empezar a discutir ya se sabía quien estaba a favor y en contra.
Es verdad que la caza, para aquellos que no la practican, puede resultar un “asesinato”. Frases como: “solo matáis por un par de cuernos, luego la carne la tiráis” o “Solo matáis por diversión”, fueron las que más aparecieron en este debate. Otro argumento que salió en la conversación fue: “¿Imagínate que un gigante te aplasta, como te sentirías?”. También sacaron el punto del apareamiento, diciendo que a los machos no les dejaban cubrir a las hembras en paz.
Yo comprendo que les de pena, incluso yo tengo sentimientos contradictorios cuando se te planta delante un venado con su majestuosa cornamenta. Sin embargo, la caza es más que un deporte. No es el echo de competir a ver quien ha matado el “bicho” más grande, es un constante desafío contigo mismo. Es un reto físico y mental.
En cuanto a los argumentos en contra me gustaría decir que la carne no se tira a la basura, se usa para dar de comer a otros muchos animales y también a personas. Desde que se ha empezado a cazar en España la población de la mayor parte de las especies ha aumentado drásticamente, gracias a los precintos, es decir, que no se mata por diversión. En cuanto a los cuernos, es de lo último de lo que te acuerdas. Antes piensas en la paliza que te has metido a andar o el gran día que has pasado con tus amigos. Se podría decir que el trofeo es solo un recordatorio de esa jornada. Por último comentar que las hembras se matan por que el macho no puede cubrir a todas ellas. El dinero es un fin secundario.
Con esta entrada no quiero cambiar la opinión de nadie, solo busco que los aficionados seamos respetados.
Gonzalo M.
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