Casi todos somos seguidores del fútbol. Ese deporte que mueve masas y por el cual muchos pierden la cabeza. Dentro de este deporte, hay equipos mejores y peores. Pero aún con derrotas lo queremos igual. Ese plan del sábado que todos esperamos de ver un partido con los amigos acompañados por pizzas y alguna cervecita, todo es genial hasta que aparecen ellas. Esas chicas que tanto nos gustan fuera del terreno de juego. Llegan inocentes pensando que nos pueden convencer de cambiar el partido por una película… pobres ingenuas. Años conociendo a los hombres y todavía no asumen que el fútbol es sagrado. Aceptamos la situación, hasta que empiezan a hacer sus comentarios ingeniosos “mira qué guapo, este fue el que salió con la chica esta de la película aquella que vimos en la tienda…” Nosotros nos miramos confusos y no entendemos a qué han venido si de eso pueden hablar en otro lado. No entienden el lenguaje que utilizamos “¿fuera de juego que es eso?” (No os esforcéis, nunca lo entenderán). Cuando vemos un partido sin ellas todo cambia, compensa durante esos 90 minutos mandarlas de compras, sino olvídate de ver el partido y mucho menos oírlo. El comentarista pasara a ser ella, y el tema pasara a ser las mujeres e hijos de cada uno de los jugadores. Cuando acabe el partido debemos quererlas y mimarlas, durante el partido…inexistentes. No olvidéis que para ellas definir el fútbol es “hombres corriendo por césped en pantalón corto, pegándole patadas a una cosa de cuero” Así, si suena ridículo.
Raimundo A.
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