Se habla mucho del teatro que hacen los futbolistas para que les piten una falta a favor. De lo que no se suele hablar es de aquellos que hacen teatro para que no les piten una falta en contra: cuando hacen una falta, todos levantan las manos y ponen cara de inocentes para que no les piten la falta, como si eso evitara que la falta estuviera cometida.
El primer caso suele ser el de los más nominados al Goya futbolístico. El caso de teatro del que más se habla (no me posiciono a favor de nada) es el de algunos futbolistas del Barcelona. El ejemplo que pongo es el de Busquets, que recibe un golpe (hay que decirlo: mal intencionado), pero que casi no llega a tocarlo y que no dolería ni a un niño pequeño. Lo que de verdad le duele es el orgullo. Ese dolor es el que mueve mayormente a los futbolistas a hacer teatro: les duele el orgullo cuando, por ejemplo, les roban la bola legalmente en el área, quitándoles una ocasión casi clara de gol.
El otro caso es ígual de común, pero menos comentado. Todos recordamos aquella entrada de Ujfalusi a Messi:
Ujfalusi hace una entrada escalofriante a Messi, como podemos ver en la foto, y luego levanta las manos levemente, para decir que no ha sido nada. Pero después vuelve a bajarlas recapacitando sobre la brutal entrada que había hecho.
Es el clásico ejemplo de nominado al Goya futbolístico, o incluso al Óscar.
Lo único que quiero decir con todo esto, lejos de criticarlo (aunque también), es que se debería abrir una nueva categoría en los premios Goya y en los Óscar (para fútbol internacional), donde se premie a la persona que haga la mejor "actuación" del año.
Javier P.
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