Mis Manos, Mi Magia.:
Ahí estaban de nuevo mis manos, con alguna que otra nota escrita a bolígrafo, una de esas notas resaltaba más que las demás, decía: Blog de Filosofía.
Mi mano izquierda se dispuso a extraer el mazo de cartas del bolsillo interior izquierdo de la chaqueta, mientras la derecha con un ágil y bello movimiento de muñeca distraía a los espectadores. Aparentemente gastadas seis cartas, cuatro rojas y cuatro negras, danzaban, se escurrían, revoloteaban y hacían cosas increibles entre las yemas de mis dedos.
El pulgar izquierdo avanza hacia adelante mientras los otros dedos retroceden, de este modo la carta uno es deslizada hacia la derecha, mientras la quinta se coloca sobre la tercera. Así describía el padre Ciuró la cuenta emsley, utilizada en numerosos números de ilusionismo.
Desde nuestros origenes, hemos sentido la necesidad de creer en algo que nos supera, que no comprendemos. En un principio fué la madre naturaleza, más tarde, surgieron los ídolos, y tras años de razonamiento y comprensión, se llegó a la conclusión de la existencia de un Dios el cual vela por nosotros.
En menor medida, eso ocurre con la magia, sentimos la necesidad de ser engañados, y a través de esta curiosa sensación pasar un buen rato. Cuando un famoso mago de la televisión, consigue meter tu movil en un botellín de cerveza, piensas: "algún truco habrá", pero el sentimiento de ser ilusionado, y de pensar en un algo más, ha movido el mundo, y lo ha hecho más divertido.
"Es más sencillo engañar a una persona que convencerla de que ha sido engañada", decía Mark Twain, yo digo que es sencillo engañar a una persona, y más aún demostrarla que ha sido engañada (en ámbitos de ilusionismo) pero si lo haces, pierdes una ilusión.
Un mundo sin ilusiones es un mundo en el cual no vale la pena vivir.
Alejandro T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario