Una gran mentira:
Uno de los mayores engaños que hemos sufrido en nuestra infancia no es ni que los Reyes realmente fueran los padres; ni que el Ratoncito Pérez también lo fuera; ni que lo mismo ocurriera para Papá Noel. No. Pero tampoco han sido las miles de mentirijillas que nos han contado nuestros padres y hermanos para que realmente no nos diéramos cuenta de lo poco bueno que es este mundo y así poder conservar nuestra inocencia. Tampoco.
La mayor mentira, sin duda, que hemos oído en nuestra infancia (y no tan infancia) es el famoso "¡¡¡A COMEEEER!!!". Jamás, repito, JAMÁS, hay que ir a esa primera llamada. Es una trampa, es un engaño absoluto. Como todos sabemos, esa interjección no es más que otra forma de decir "Por favor, venid a poner la mesa". Pero ¿quién va a poner la mesa cuando se lo piden? En consecuencia, las madres han desarrollado esa trampa antes infalible y ahora menos infalible, pero letal aún. Por ello, yo os digo: si vuestra madre dice algo tan bueno como "A comer", no vayáis, y si vais que sea solo para investigar qué hay de cierto en todo. Sospechen, señores y así no les cazarán.
Bernal A.
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